Nos mostró un señor, su conocimiento, a
través de las cuevas, las cuales, eran escondites, conservas, refugios de
guerra y un largo etcétera de sin saber.
Al andar por aquellos curiosos
túneles, nos comentaba que antes no estaban, los añadieron como refugio de
bombarderos en la época de la guerra civil, pero mucho antes eran simples
huecos donde se conservaba trigo, protegiéndolo del exterior, con fibra de
esparto y sellándolo de tal manera que al abrirlo, hasta diez años más tarde,
seguía el alimento en perfecto estado para ingerir sin problema.
Sus paredes, que llevan el mínimo
ruido al otro lado de la habitación, tienen sus secretos intactos, ya que sólo
se abrieron siete hoyos, seis en la guerra civil, y uno, para rodar la película
de Tintín, junto al capitán y su estimado perro. Aún quedan treinta y seis que no han desvelado su misterio, pero, quién sabe, quizá no haya nada.
Hoy en día casi
nadie sabe su historia, quedó en un simple patio donde la gente se reúne sin saber que tienen un pedazo de historia bajo sus pies.
Texto realizado por Cristian Font
Alumno del PFCB de Cocina